Carta pastoral que los Obispos del Ecuador reunidos en Concilio Provincial dirigen a sus diocesanos [Folleto].

Abstract

Uno de los más señalados beneficios de que debemos reconocernos deudores á la bondad infinita de nuestro Dios es, sin duda, Vbles. HH. y queridos hijos, el que acaba de hacernos en su misericordiosa Providencia, facilitando al Episcopado Ecuatoriano la celebración del IV Concilio Provincial Quítense. Después de prolongada y nunca ventajosa viudez de casi todas las diócesis de lo República, tenéis ya llenas las sedes vacantes y podéis contar en ellas con Padres y Pastores que, aunque indignos, sin embargo os aman ardientemente en el Señor, y están dispuestos á dar, en caso necesario, la vida por vosotros. Y estos Padres, estos Pastores, en desempeño de su ardua y muy delicada misión, hanse juntado, como sabéis, en esta piadosa Capital de Quito para celebrar un Concilio Provincial, por el número de Prelados, acaso el más solemne de cuantos se han tenido en Sud-América. No se os ocultan la importancia y la necesidad de estás periódicas juntas religiosas, sabia y divinamente establecidas en la Iglesia Católica por los primeros Apóstoles de Jesucristo: porque si allá los Estados y Gobiernos políticos estiman muy conveniente llamar con frecuencia á los representantes de los pueblos á cámaras y parlamentos con el fin de perfeccionar las leyes, de urgir su cumplimiento, de corregir abusos é infracciones, y de excogitar los medios más oportunos y eficaces para procurar la prosperidad y ventura temporal de las naciones: ¿cuánto más urgente y necesario no es que la autoridad religiosa, personificada en los Pastores legítimos, reúna de vez en cuando, toda su luz y toda su fuerza en el templo santo para inspirar nuevo soplo de vida al cuerpo místico de Jesucristo, para restañar las heridas causadas en las almas por el error y por el vicio, para promover, en fin, los grandes intereses de la eternidad, y con ellos también las ventajas temporales que naturalmente se derivan de la santificación del ciudadano.