Julio Arboleda y Gabriel García Moreno.

Abstract

El historiador que deprime sin justicia á los antagonistas, copartidarios políticos ó amigos del hombre cuya figura desea enaltecer, se hace responsable ante la posteridad por el juicio inexacto con que ésta aprecie los caracteres y hechos de aquellos que desempeñan papel importante en la época y en el país cuya historia narra, y obtiene un fin distinto del que se propone. Mayor estimación y gloria alcanza el hombre digno, patriota y justo que sobresale y se hace jefe, allí en donde abundan los talentos y las virtudes, que en donde la ignorancia, la ineptitud y el vicio son patrimonio de todos. García Moreno fue, ciertamente, hombre importante y acreedor á la estimación y gratitud del pueblo ecuatoriano; él lo levantó del estado de postración en que se hallaba, dándole instituciones cristianas y poniéndolo así bajo la protección del Altísimo. Este hombre no fue, con todo, perfecto, como lo pretende su biógrafo el R. P. Berthe; cometió faltas gravísimas, de las cuales la que más males pudo traer á su país, fue la guerra injustísima que declaró á la Confederación Granadina en 1862.