Euforia

Abstract

Cansadas de su estrechez, desembocan en la plaza las calles. De vez en vez un hombre por ellas pasa, levantando una polvada de polvo tenue y menudo, y una viejita encorvada como una paréntesis viudo, va cautelosa a la iglesia en la que solos están el cura, la ña Lucrecia y, escondido, el sacristán, La más gris melancolía tiene en la plaza un ejemplo, sin siquiera la alegría de la fachada del templo, como en tela se dibuja un largo muro, a la derecha la escuela con un solo cuarto oscuro, y al lado izquierdo, es de ver, medo triste, pero ufano, el solar que vio nacer al mejor arpista humano.